¿Es más probable que las denuncias de maltrato infantil por parte de los padres con discapacidades en EE. UU. se corroboren?
Antecedentes
Los padres con discapacidades no tienen más probabilidades que otros padres de maltratar o descuidar a sus hijos, pero tienen probabilidades desproporcionadamente mayores que sus homólogos sin discapacidades de interactuar con el sistema de protección infantil. Las creencias de las personas que tienen la obligación de informar las sospechas de maltrato o descuido, como profesores y médicos, con respecto a la inhabilidad de las personas discapacitadas para criar a sus hijos, han contribuido a esto. Sin embargo, muy pocas investigaciones han examinado la frecuencia con que se corroboran los casos de protección infantil en que los padres son personas con discapacidades. (Cuando un caso de protección infantil se corrobora, eso significa que hay suficientes pruebas para investigar, pero esto puede dar lugar a acusaciones de abuso o no).
Conclusiones
Después de considerar otros factores contribuyentes, como problemas económicos e inestabilidad de la vivienda, las probabilidades de que el maltrato se corroborara eran mayores en los casos en que el proveedor de cuidados era una persona con una discapacidad. De toda la muestra, se corroboró el 27 % de los casos. Alrededor del 10 % de los casos en los que el abuso se corroboró implicaban a un padre o madre con una discapacidad, a pesar de que sólo el 7 % de los casos de este estudio incluía a padres con discapacidades.
Además, el maltrato era más probable en las familias pobres, incluidas las que utilizaban beneficios públicos. La vivienda inadecuada también estaba relacionada con las tasas de corroboración más altas.
Implicaciones
Muchos estudios han descubierto que los padres con discapacidades enfrentan actitudes discriminatorias por parte de los profesionales del sistema de bienestar infantil (National Council on Disability, 2012) y que los trabajadores de éste suelen tener poca preparación para trabajar con padres con discapacidades (LaLiberte, 2013). El sesgo en el sistema de bienestar infantil es una de las explicaciones de las tasas de corroboración más altas (Llewellyn y Hindmarsh, 2015). La capacitación de los profesionales del sistema de bienestar infantil puede responder a este sesgo.
En este estudio, una décima parte de los casos de maltrato corroborados implicaban a un padre o madre con una discapacidad. Esto por sí solo sugiere que el sistema de bienestar infantil debería seguir las leyes federales contra la discriminación y les debería ofrecer los servicios que necesitan a los padres con discapacidades.
Además, en vista de los índices más altos de corroboración de casos en los que está implicado un padre o madre con discapacidad, los investigadores, los encargados de formular políticas y los proveedores de servicios deben explorar y abordar esta disparidad. No hay pruebas de que los padres con discapacidades sean más propensos a maltratar o descuidar a sus hijos. Una de las explicaciones de las mayores tasas de corroboración es el sesgo que los padres con discapacidades experimentan en el sistema de bienestar infantil (Llewellyn y Hindmarsh, 2015). La capacitación de los profesionales del sistema puede responder a este sesgo.
Métodos
Este estudio utilizó el conjunto de datos del Sistema Nacional de Datos sobre Maltrato y Descuido Infantil de 2014, obtenido del Archivo Nacional de Datos sobre Maltrato y Descuido Infantil de la Universidad de Cornell. La muestra de este estudio consistió en 516.849 casos que representaban a ocho estados: Georgia, Indiana, Minnesota, Mississippi, Nueva Jersey, Dakota del Sur, Texas y Utah. Seleccionamos estos estados porque tenían menos puntos de datos perdidos.
Comparamos las tasas de casos corroborados entre padres con y sin discapacidades, y entre padres con diferentes tipos de discapacidades. También tuvimos en cuenta características de los niños como sexo, raza y etnia, y factores de riesgo como vivienda inadecuada, problemas económicos y uso de beneficios públicos.
En el caso de los proveedores de cuidados con trastornos emocionales, las probabilidades de corroboración eran un 63 % más altas que las de los proveedores de cuidados sin trastornos emocionales. Asimismo, las probabilidades de corroboración eran un 35 % más altas para los proveedores de cuidados con discapacidades de aprendizaje; un 23 % más altas para los proveedores de cuidados con discapacidades físicas; un 44 % más altas para los padres con discapacidades del desarrollo; un 27 % más altas en el caso de otras afecciones médicas; y un 38 % más altas en el caso de discapacidades múltiples.